09 junio 2013

YODUK: CAMPO DE CONCENTRACION PARA DISIDENTES EN COREA DEL NORTE

La existencia de Yudok, campo de concentración para disidentes en Corea del Norte. Está situado en la provincias de Pyongan och Hamkyung, en una región inhóspita de este país, reliquia del comunismo. Allí viven aislados, en condiciones de semiesclavitud, 200.000 personas que, por motivos ideológicos o políticos, son considerados peligrosos para el régimen.

Los prisioneros se comen las ratas, culebras y los granos de maiz no digeridos por los animales, que extraen de sus excrementos. Un evadido, Jeong Kyoungil, que vivió en Yoduk cuatro años, declaró a Amnestía que diariamente mueren personas por hambruna. Curiosamente, estos muertos son una ayuda para sobrevivir puesto que el encargarse de los muertos y su enterramiento supone un cuenco de comida extra, como era su caso al llevar a cabo esta ocupación.

Aproximadamente 40% de los prisioneros muere por hambre.

Las declaraciones de evadidos y guardianes conforman qué torturas están a la orden del día. Si las cuotas en el trabajo no se cumplen, eso significa no recibir comida. Las ejecuciones publicas son corrientes.

Los dos motivos principales para ser enviados a este lugar son escuchar emisoras de radio de Corea del Sur y criticar al régimen. No solo es enviado quien ha cometido el delito, sino que le acompaña toda la familia, niños incluidos.

Para quienes aún osan protestar, como todo buen campo de castigo, Yoduk dispone de unas celdas especiales: cubos o celdas de tortura donde no se puede andar, ni estar de pié, ni sentarse. En una de ellas , un chico de 13 años llegó a estar 8 meses.

Este lugar y campo de semiesclavos es conocido desde 1.950. En los últimos años, según fotografías de satélites, ha aumentado de tamaño.

Compartimos con ustedes un  video hecho por CSS, donde podemos ver  la realidad terrible de los prisioneros de Corea del Norte. Al igual que el testimonio de  Kang Chol-Hwan, de 32 años, un prisionero que escapó de este infierno.


Recuerdos del infierno norcoreano

Kang Chol-Hwan, de 32 años, recuerda en voz baja sus terribles vivencias del campo de reeducación de Yoduk, en Corea del Norte. Allí fue internado, a la edad de nueve años, con toda su familia por alguna falta contrarrevolucionaria cometida por su abuelo.

Permaneció una década detrás de los muros y las alambradas, hasta que en 1987 fue liberado, vivió en diversos lugares de Corea del Norte y logró, después, escaparse a China y, de ahí, a Seúl. 

La familia de Kang Chol-Hwan, emigrada a Japón, cometió el error de regresar a su patria norcoreana para ayudar a la revolución. Al poco tiempo de su instalación en Pyongyang, su abuelo no volvió a casa y, a partir de entonces, empezaron las desgracias para sus parientes, que, con la excepción de la madre, fueron deportados a Yoduk en agosto de 1977.
'Nunca supe lo que se reprochaba a mi abuelo ni tampoco le volví a ver porque le enviaron a un campo de régimen severo, no de reeducación como Yoduk', comenta Kang. 'A mi madre, la policía política la obligó a divorciarse sin ni siquiera hacerla firmar ningún documento'.
'La reeducación en Yoduk', recuerda Kang, 'consistía, entre otras cosas, en escuchar, al maestro del colegio al que iba, decirnos que, por ser hijos de contrarrevolucionarios, merecíamos morir, pero que, gracias a la magnanimidad del Partido y del Gran Líder, se nos estaba dando la posibilidad de enmendarnos'.
Además de recibir lecciones de matemáticas, de lengua y, sobre todo, de la historia del partido y los discurcos de Kim Jong- il, los niños dedicaban las tardes a trabajar extrayendo, por ejemplo, arcilla. 'Nuestras raciones alimentarias, básicamente unos cuatrocientos gramos de maíz al día, eran escasas para los esfuerzos que hacíamos', prosigue Kang. Una tarde los niños habían recibido la orden de extraer de la cantera una tonelada de arcilla mientras yo había sido encargado de trasladar los bloques de tierra hasta los camiones. De pronto escuché un ruido ensordecedor. Un derrumbamiento sepultó a un puñado de críos. Varios resultaron muertos en el accidente. Estaba angustiado. Este trabajo no estaba hecho para muchachos de mi edad. Apenas rescatados los cadáveres y evacuados los heridos, los supervivientes, a golpes, tuvieron que volver al tajo'.
'De ahí que, sobre todo al final del duro invierno, muriesen muchos niños y ancianos', rememora Kang. 'Una mera gripe era con frecuencia mortal porque apenas había medicinas -sólo algunos antiinflamatorios- en el ambulatorio del área que ocupábamos en el campo'. 'Calculé que fallecían un centenar de personas al año sobre una población que oscilaba entre las 2.000 y 3.000'. 'Antes de inhumar los cadáveres, les quitábamos ropa y calzado para reutilizarlo'.
Kang supo que había llegado a la edad adulta cuando, en una de las últimas clases, el maestro dijo a sus alumnos: "Antes, si cometías un error, incluso grave, se les castigaba, pero no se les fusilaba. Ahora son adultos responsables, ya pueden ser fusilados'.
Antes, como niño, ya había visto, obligado, algunas ejecuciones públicas de internos que intentaron evadirse. 'Dos militares fueron ahorcados y, mientras los cadáveres aún orinaban, los guardianes nos ordenaron a los 2.000 asistentes que cada uno les lanzase una piedra al tiempo que gritaba: '¡Muerte a los traidores!'. 'En alguna otra ocasión se lapidó a los vivos'. 'Esa vivencia es la que más me ha marcado'.

Otros episodios atroces de la vida del campo supusieron para Kang y los adolescentes de su edad una distracción. 'Para no engendrar a contrarrevolucionarios, las relaciones sexuales estaban prohibidas, y cuando se sospechaba que una pareja podía haberlas mantenido, el hombre era enviado al calabozo y la mujer debía hacer una autocrítica pública narrando cómo había sido el coito', recuerda Kang.

Educación sexual

'El relato nunca satisfacía el morbo de nuestros cancerberos, que exigían conocer todo tipo de detalles sobre los retozos sexuales'. 'Nosotros, los jóvenes, reíamos con discreción en un rincón mientras seguíamos lo que era nuestra primera clase de educación sexual'.
A varias parejas no fueron atrapadas mientras hacían el amor en esos barracones sin agua corriente y con poca luz eléctrica en los que se alojaban. Alguna mujer se quedó incluso embarazada. Su estado no la libraba de la sesión de escarnio público. 'Se las obligaba a desnudarse ante los demás internos, debían exhibir su vientre tenso y casi siempre se las forzaba a abortar'. 'Si el embarazo llegaba a término, porque lograba disimularlo, se le quitaba a su hijo después del parto'.
Tres años después de su liberación, Kang logró reencontrarse con su madre en Pyongyang. Más tarde cruzó clandestinamente la frontera con China y, en septiembre de 1992, un carguero hondureño le llevó hasta las aguas surcoreanas. 'Ni siquiera me atrevo a soñar con volver a ver a mi madre y mis hermanos'.
Kang escribió un libro 'Las peceras de Pyongyang' el cual fue  publicado hace unos años por Harper Collins en Estados Unidos y por Robert Laffont en Francia, fue el primer testimonio sobre el gulag norcoreano.


200,000 mil reclusos en 10 campos de concentración

TODO HA IDO a peor desde que Kang Chol-Hwan franqueó la puerta de salida del campo de reeducación de Yoduk, donde vivían unos 20.000 reclusos. 'Si entonces ya se racionaba drásticamente la comida, imagínese ahora, cuando, desde mediados de los noventa, el país entero padece la hambruna', comenta Kang en Seúl, donde compagina su trabajo en la edición digital de un diario con su denuncia del sistema carcelario norcoreano.
'Hay unas 200.000 personas -casi el 1% de la población- en campos de reeducación como en el que yo estuve, y en otros aún peores', prosigue. Su estimación es, a grandes rasgos, compartida por las organizaciones de defensa de los derechos humanos, aunque hacer conjeturas sobre un sistema tan opaco es harto difícil.
Hoy día permanecen abiertos, según Kang, nueve campos, tres menos que hace unos años, pero con un número equivalente de reclusos. La mayoría son mixtos, con un área para los reeducables y otra para los irrecuperables. 'Los internos están, por tanto, más hacinados', asegura.
'La diferencia entre los campos de reeducación y los demás', añade Kang, 'es que de los primeros se puede esperar salir algún día, no así de los segundos. A los reclusos de estos últimos campos ya no se les exige que coloquen en las paredes de sus barracones los retratos del Gran Líder porque se les da por perdidos'.
'No siempre permanecen en el campo estos presidiarios, sino que se les traslada para que lleven a cabo, de sol a sol y sin ningún tipo de protección, los peores trabajos. Hay indicios de que se les utiliza masivamente en tareas peligrosas, como, por ejemplo, la fabricación de armas de destrucción masiva'.
¿Quienes van a un campo y quienes van a otro? 'En mis tiempos se nos decía que entre los internos del campo de régimen severo había miembros de familias de los antiguos propietarios agrícolas, ex capitalistas, cristianos practicantes, espías y un montón de víctimas de las purgas internas del partido. Ahora supongo que habrá también fugitivos que fracasaron en su huida hacia China para librarse de la hambruna'.
'La situación de los derechos humanos es espantosa', concluye. 'No puede haber reconciliación entre ambas Coreas sin una solución'.

13 mayo 2013

LA ONU INVESTIGARÁ VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS EN COREA DEL NORTE

cr. http://www.cinu.mx/

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha designado a los integrantes de una comisión que investigará violaciones de las garantías básicas en Corea del Norte.

El ex juez australiano Michael Donald Kirby presidirá la comisión, de la que formarán parte además la abogada serbia Sonja Biserko y el relator especial sobre los derechos humanos en Corea del Norte, el indonesio Marzuki Darusman

Rolando Gómez es el portavoz del Consejo en Ginebra.

"Van a investigar violaciones relacionadas con el derecho a la alimentación, con los campos de detención, la tortura y los malos tratos, detenciones arbitrarias y la libertad de expresión, entre otros asuntos", precisó el portavoz.

El Consejo decidió en marzo pasado establecer una comisión para indagar, durante un periodo de un año, las transgresiones de garantías básicas en ese país y en particular aquellas que podrían constituir un crimen contra la humanidad. 

Ese grupo investigador mantendrá informado al Consejo y a la Asamblea General de la marcha de sus averiguaciones y presentará su informe final el próximo mes de marzo.


01 mayo 2013

UNOS 200.000 PRESOS NORCOREANOS ESTÁN EN CAMPOS DE CONCENTRACIÓN, DONDE SUFREN MALNUTRICIÓN Y TORTURAS

cr. lukor.com

 
Los internos realizan jornadas de trabajos forzados de más de 12 horas en unas instalaciones con medio siglo de antigüedad.
 
 
En Corea del Norte hay alrededor de 200.000 presos políticos que están internados en campos de concentración donde trabajan entre 12 y 15 horas diarias. No se pueden duchar con jabón y su ropa consiste en unos cuantos harapos. En muchos casos mueren de enfermedades relacionadas con la malnutrición.

Así lo revela un informe de la Asociación de Abogados Coreanos, recogido por 'The Washington Post', que detalla la vida cotidiana de estos presos políticos basándose en los testimonios de supervivientes de los campos y antiguos guardias.

La dieta diaria de estos centros de detención se basa fundamentalmente en maíz y sal. La mayoría de los internos pierden los dientes a lo largo del tiempo y las encías se les ponen negras. Los huesos quedan tan debilitados que muchos no pueden sostener el tronco y caminan inclinados a la altura de la cintura.

Cuando entran en el campo de concentración se les dan unas ropas que son las que llevarán durante toda su estancia, sin posibilidad de cambio, y viven sin calcetines, ropa interior, jabón o toallas. En la mayoría de las ocasiones los fallecimientos por enfermedades relacionadas con la malnutrición suceden alrededor de la edad de 50 años.

Estos campos nunca han sido visitados por extranjeros, por lo que los testimonios de los supervivientes y ex guardias no han podido ser verificados. Sin embargo, las últimas imágenes por satélite, accesibles a todo el mundo a través de Internet, revelan la existencia de estas instalaciones en las montañas de Corea del Norte.

Las imágenes corroboran buena parte de las historias de los supervivientes, ya que muestran incluso las entradas a las minas donde los antiguos presos dicen que trabajaban como esclavos, así como las instalaciones donde los ex guardias aseguran que los internos que no cooperaban eran torturados hasta la muerte. También se ven los lugares donde los reclusos eran obligados a presenciar ejecuciones, además de torres de vigilancia y alambradas electrificadas que rodean todo el perímetro de los campos.

"Tenemos este sistema de esclavitud delante de nuestras narices. Los grupos de Derechos Humanos no pueden pararlo. Corea del Sur no puede pararlo. Estados Unidos tendrá que plantear esta cuestión en la mesa de negociaciones", explica An Myeong Chul, un antiguo guardia que desertó a Corea del Sur.

Pero este tema no ha sido abordado en ninguna reunión de las conversaciones a seis bandas sobre el programa nuclear norcoreano. "Hablar con ellos sobre los campos no ha sido posible", señaló David Straub, un alto responsable de la oficina de asuntos coreanos del Departamento de Estado norteamericano durante las Administraciones de Bill Clinton y George W. Bush, en declaraciones recogidas por 'The Washington Post'. Estos encuentros no se han producido desde que Barack Obama tomó posesión en enero.

MEDIO SIGLO DE ANTIGÜEDAD

Según el informe, los campos de concentración de Corea del Norte existen desde hace medio siglo. Aunque es imposible obtener cifras precisas, gobiernos occidentales y organizaciones defensoras de los Derechos Humanos estiman que cientos de miles de personas han muerto en estos campos.

La versión oficial norcoreana es que estas instalaciones no existen y, para evitar la presentación de pruebas, las autoridades limitan el movimiento de los extranjeros a los que se permite entrar en el país.

Suzanne Scholte, activista norteamericana que atiende a supervivientes de estos campos y les invita a dar conferencias y charlas en Washington, lamenta que todas estas víctimas no tienen una figura que les represente. "Los tibetanos tienen al Dalai Lama y Richard Gere, los birmanos tienen a Aung San Suu Kyi, los darfuríes tienen a Mia Farrow y George Clooney. Los norcoreanos no tienen a nadie", alertó.

Cinco supervivientes cuentan historias espeluznantes como ejecuciones sumarias para quitar de la cabeza a los reclusos ideas tan descabelladas como intentar escapar. Antes de que los guardias mataran a varios presos por esta razón, los internos de más de 16 años fueron obligados a presenciar el asesinato.

Según los testimonios, el oficial al mando solía leer antes de las ejecuciones un texto en el que destacaba que el Apreciado Líder, el dirigente Kim Jong Il, había ofrecido una "oportunidad de redención" a los acusados mediante los trabajos forzados.

"Casi experimentamos las ejecuciones nosotros mismos", explica Jung Gwang Il, de 47 años, quien asegura que presenció dos ejecuciones de presos en el Campo 15. Después de tres años, dice, fue liberado y tras huir a China, llegó a Seúl, donde reside actualmente.

INTERROGATORIOS

Como otros muchos antiguos prisioneros, Jung afirma que lo más duro de su reclusión fueron los interrogatorios por parte de la Bowibu, la Agencia Nacional de Seguridad. Fue detenido después de que un compañero de trabajo de una oficina del Gobierno le acusara de ser un espía surcoreano.

"Querían que admitiera que era un espía. Me golpearon en los dientes con un bate de béisbol. Me fracturaron el cráneo en dos ocasiones. No era un espía, pero admití que lo era tras nueve meses de torturas", relata.

Cuando Jung fue arrestado pesaba 75 kilos, pero cuando el interrogatorio acabó llegó a pesar 36. "La mayoría de la gente muere de malnutrición (en los campos), accidentes en el trabajo y durante los interrogatorios", cuenta Jung, ahora convertido en abogado defensor de los Derechos Humanos.

"La gente con perseverancia es la que sobrevive. Los que piensan todo el tiempo en comida se vuelven locos. Yo trabajé duro, por lo que los guardias me seleccionaron para ser el líder de mi barracón, de modo que no tenía que gastar mucha energía y la recuperaba con el maíz", explica.

Los reclusos tienen prohibido cualquier contacto con el mundo exterior y el suicidio está penado con la extensión de la condena. Los guardias pueden golpear, violar y matar prisioneros con impunidad, y cuando las internas se quedan embarazadas sin permiso, sus bebés son asesinados, según el informe.

SISTEMA DE CAMPOS

El número de campos de concentración en Corea del Norte ha pasado de 14 que había en un principio a cinco grandes instalaciones, según antiguos guardias. El llamado Campo 22, cerca de la frontera con China, tiene casi 50 kilómetros de largo por 40 de ancho, un área más grande que la ciudad de Los Angeles, donde hay unos 50.000 reclusos.

Los delitos por los que alguien puede ser condenado incluyen tanto oposición real o supuesta al Gobierno. "El sistema de campos puede ser percibido enteramente como un masivo y elaborado sistema de persecución en el terreno político", señala el investigador de Derechos Humanos David Hawk.

La mayoría de los campos son "distritos de control completo", lo que significa que los internos trabajarán allí hasta su muerte, pero el Campo 15 se considera una excepción. Llamado "distrito revolucionario", los presos pueden recibir adoctrinamiento en el socialismo y después de unos años, si se aprenden de memoria los escritos de Kim Jong Il, son liberados aunque bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad.

Desde que se ofreció como lugar seguro para los desertores, Corea del Sur es hogar de muchos supervivientes de los campos que han contado su experiencia a su servicio de Inteligencia, que probablemente sabe más sobre estas instalaciones que cualquier otra agencia del mundo.

An Myeong Chul cuenta que cuando estaba siendo entrenado para ser guardia, sus instructores le amenazaron con convertirse en preso si mostraba pena por los reclusos, a quienes podía golpear o matar a su antojo. "Nos enseñaron a mirar a los presos como a cerdos", indica An, de 41 años. Después de siete años de trabajo consiguió escapar a China y ahora trabaja en un banco en Seúl.


EL HORROR DE LOS CAMPOS DE PRISIONEROS NORCOREANOS

cr. diariovasco.com

Un superviviente, obligado por el sistema, denunció a su hermano y a su madre que fueron ejecutados por intentar escapar


Los desertores norcoreanos Kang Chol-Hwan y Shin Dong-Hyuk hablan en Ginebra.






Los campos de prisioneros en Corea del Norte son un mundo de tortura y de trabajos forzados, según dos exdetenidos que presentaron testimonio en Ginebra durante una reunión sobre los derechos humanos organizada por diversas ONG.
"Yo vi todos los días actos de tortura, así como personas morir de malnutrición y de hambre", declaró Kang Chol-hwan. "He visto morir a muchos amigos, y yo mismo estuve a punto de morir de malnutrición", afirmó. Kang, de 43 años, estuvo internado en el Campo 15 con su familia cuando era niño, y permaneció allí diez años.
Shin Dong-hyuk, de 30 años, estuvo detenido en el Campo 14, donde nació y pasó los 23 primeros años de su vida. Allí fue torturado y obligado a realizar trabajos forzados, antes de evadirse, hace siete años. Shin es la única persona conocida que nació en un campo norcoreano y logró escapar. Narró su historia en un libro publicado por el periodista Blaine Harden, titulado 'Escape from Camp 14'. El Campo 14 es un gigantesco centro de trabajo, formado por varias "aldeas", pero también por fábricas, granjas y minas.

Unos 200.000 internados

Según el Comité por los Derechos Humanos en Corea del Norte, una organización no gubernamental (ONG), unas 200.000 personas se encuentran internadas en campos en Corea del Norte. Según esta fuente, unas 400.000 personas murieron allí debido a las torturas, el hambre, las enfermedades o ejecutadas.
El padre y el abuelo de Shin fueron enviados al campo después de que dos de sus tíos escaparon a Corea del Sur. Shin debía pasar toda su vida preso debido al sistema norcoreano de "culpabilidad por asociación", que castiga a tres generaciones de una misma familia cuando un miembro de esta familia cometió una falta.
En esos campos donde no señalar las malas acciones de otros prisioneros puede ser castigado con la muerte, Shin reveló a un guardián, a los 13 años, según su relato, los planes de evasión de su madre y de su hermano mayor, y no sintió remordimiento alguno cuando asistió a su ejecución.
Shin confiesa que jamás sintió afecto por ellos ni por ninguna otra persona en ese campo, donde cada individuo era un competidor potencial por la escasa ración de papilla de repollo que permite sobrevivir a los prisioneros. Pero las cosas cambiaron desde que salió del campo. "Ahora me doy cuenta de que los quería", dijo.
Shin dice que no tenía noción alguna del mundo exterior hasta que conoció a un prisionero que había vivido en el extranjero y que le describió todos los alimentos que había saboreado allí. "Yo no comprendía en lo absoluto lo que era la libertad, me fugué únicamente a causa de la comida", explicó.
Shin, que ahora vive en Corea del Sur, trata de hacer conocer mejor las condiciones de vida en los campos norcoreanos. Durante su entrevista, los dos exprisioneros, que hablaron en coreano y cuyas declaraciones fueron traducidas por un intérprete, llegaron a comparar el sistema de los campos de concentración norcoreanos con los campos de exterminio nazis. "Básicamente, es lo mismo que en Auschwitz", afirmó Kang. "Quizás los métodos sean diferentes, pero los efectos son los mismos, es monstruoso", exclamó.
Después de hablar con Shin, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navy Pillay, lanzó un llamamiento pidiendo una investigación internacional "sobre una de las peores" situaciones en el mundo.

30 abril 2013

TRISTES Y ESCANDALOSOS DATOS DE COREA DEL NORTE QUE TE DEJARÁN SIN PALABRAS


                                          Las familias coreanas separadas por la Guerra de Corea 
                                          se despiden tras los reencuentros organizados en 2009.


El hermetismo del régimen norcoreano dificulta enormemente la recopilación de datos de todo tipo sobre el país, aunque sí ha colaborado con organismos como la ONU en algún caso. Muchos datos son inaccesibles, inexistentes o estimaciones. Éstos son los más fiables:

¿Sin alimentos suficientes de por vida?

Alrededor de 40.000 pequeños menores de cinco años sufren desnutrición aguda cada año y un tercio de las “mujeres en edad de procrear” padece anemia, “una de las principales causas de la mortalidad materna del país”, indicaba Unicef en 2010. Asimismo, más de un tercio de los niños sufre raquitismo (crece menos de lo habitual) y una de cada cuatro mujeres entre 15 y 49 años sufre malnutrición, según un informe de la FAO recogido por Amnistía Internacional.Con una población paupérrima que dispone de una renta per cápita de 1.800 dólares anuales (puesto 197 de 228, según la CIA) frente a los 30.400 dólares de España, inversiones centradas en el gasto militar y un país aislado del mundo, la nutrición no parece ser un objetivo fácil de cumplir. Apenas importa comida más que grano y además exporta productos agrícolas y pescado.Pero no es solo eso. El Instituto Internacional de Investigaciones sobre Política Alimentaria (IFPRI), que elabora anualmente el Índice Global del Hambre, habló en noviembre de 2012 de una “situación crónica de inseguridad alimentaria causada por una economía débil, un excesivo gasto militar, el mal funcionamiento del sector agrario y la pérdida de cosechas por los temporales”, según recogió Europa Press.

Tercer país a la cola en inversión sanitaria

A pesar de ser un régimen comunista, solo invierte el 2% de su PIB en el presupuesto de sanidad, según datos de 2009. Corea del Norte ocupa así el puesto 189 de 191 países comparados por la CIA.El dato se iguala con Myanmar (la antigua Birmania), que sin embargo queda posicionado detrás porque sus datos pertenecen a un año posterior (2010). Por detrás queda únicamente Catar, el país de los petrodólares que ahora prepara un “hospital cinco estrellas”.

No llega ni para comida o mantas para los enfermos

Vista la mínima inversión sanitaria del país, quizá no extrañe ya tanto que los pacientes de los hospitales tengan que buscarse la vida para llevarse algo a la boca, porque según el MAEC no se proporciona comida a estos enfermos. Pero las pésimas condiciones no acaban aquí para los sufridos bolsillos de los norcoreanos. Tampoco les dan mantas.“En caso de tener trastornos de salud, no es recomendable viajar a Corea del Norte. La infraestructura sanitaria es insuficiente y no dispone de instalaciones sanitarias de nivel europeo”, indica el Ministerio. Diarrea, hepatitis A y tuberculosis son “relativamente” habituales entre los norcoreanos e incluso pueden darse casos de rabia, “por lo que se recomienda evitar el contacto con animales callejeros”, añade.

Sin garantías de agua potable en casa

Un 20% de la población vive sin un “sistema de saneamiento (…) que higiénicamente impida el contacto de los seres humanos con excretas humanas”, según datos de 2010 de la Organización Mundial de la Salud. Ello significa que pueden no disponer de un sistema de alcantarillado y utilizar letrinas con losas o pozos que separen las defecaciones del agua subterránea. Paradójicamente la organización sí estima que más del 95%  dispone de agua potable, pero ese suministro no tiene por qué ser directamente a su vivienda, sino que puede consistir en el acceso a un grifo público o al acopio de agua de lluvia.La poca fiabilidad que confieren estos datos se refleja en las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores español a quien visite el país: “No beba agua que no haya sido previamente hervida o sea mineral y venga embotellada y precintada”.

Mueren 26 niños cada 1.000 en su primer año de vida

Corea del Norte es el 76º país con mayor mortalidad infantil antes del primer año de vida (de 223 países), según el World Factbook de la CIA (el peor posicionado es Afganistán). Fallecen 26,2 niños cada 1.000 antes de cumplir doce meses, mientras que en España mueren 3,37 en el mismo periodo (estamos en la décima mejor posición de esta comparativa) con estimaciones de 2012.

 “Condiciones espantosas” para 200.000 presos políticos

En el caso de la situación penitenciaria, son muchos los datos poco fiables. El informe de Amnistía Internacional (AI) del “Estado de los derechos humanos en el mundo” de 2012 cita varios “informes no confirmados” y lo máximo que acierta a afirmar es que “según informes creíbles” hay hasta 200.000 presos “en condiciones espantosas en seis campos penitenciarios para presos políticos cada vez más grandes”.

Añadimos a esto que miles de personas están también recluidas en al menos otros 180 centros de detención, la mayoría sin juicio o gracias a confesiones supuestamente forzadas. También creen que hay niños recluidos en los campos y sometidos a tortura y otros malos tratos.


23 abril 2013

UN MILITAR QUE DESERTÓ NARRA "LA PESADILLA" DE VIVIR EN COREA DEL NORTE

cr. .bbc.co.uk/mundo



"El cuerpo es tuyo, la mente le pertenece al Gran Líder". Habla Kim Joo-il, un excapitán del ejército norcoreano que desertó en 2005.
                                                                                                        
En conversación con BBC Mundo, Kim, quien vive en Reino Unido desde 2007, explica por qué el lavado de cerebro que -según dice- sufrió él y experimenta la mayoría en Corea del Norte lleva a que los norcoreanos quieran ir a una guerra en medio de la tensión que vive la península.
"Tanto los civiles como los soldados sufren por la situación económica. Y quieren cambiar eso. Van a morir de todos modos así que, ¿por qué no tener una guerra?", afirma Kim, quien una y otra vez –en una charla que brindó la semana pasada en la sede de la BBC en Londres– hizo hincapié en el lavado de cerebro.
Allí está, dice, la explicación de que la sociedad no vea con malos ojos la retórica encendida de su líder, Kim Jong-un, quien desde que la ONU impuso en marzo nuevas sanciones al régimen por su ensayo nuclear ha puesto, en base a acciones y amenazas, en alerta a Estados Unidos y Corea del Sur, y a su aliado China.
"Les enseñan a pensar que pasan hambre por culpa del mundo exterior. Y necesitan un arma nuclear para luchar y dejar atrás las dificultades. A las autoridades, que están cómodas en sus puestos y con su estilo de vida, les sirve hablar de conflicto: distraen a la gente, intentan que olviden que comen una vez al día, pero no quieren concretar sus amenazas porque buscan forzar el diálogo con otros países para recibir ayuda".

Kim resume así su opinión sobre los motivos detrás de esta escalada: "Tanto los civiles como los soldados sufren por la situación económica. Y quieren cambiar eso. Van a morir de todos modos así que, ¿por qué no tener una guerra?"

"Somos Raros"
"Es natural ver que somos raros porque no conocemos el mundo exterior y el mundo exterior no nos conoce a nosotros, no saben lo que pasa adentro", dice Kim, de 40 años.
Corea del Norte es un régimen impenetrable, salvo excepciones.Kim es una de ellas. A los 32 años consideró que ya había tenido suficiente y decidió ser uno de los casi 30.000 desertores del régimen, 23.000 de los cuales -se estima- viven en Corea del Sur.
Bajo el mandato de Kim Jong-un, quien alcanzó el poder a fines de 2011 a los 27 años tras la muerte de su padre Kim Jong-il, activistas de derechos humanos y funcionarios surcoreanos aseguran que se ha complicado aún más abandonar el país, señala el diario estadounidenseThe New York Times.
Según el periódico, la pobreza generalizada de los norcoreanos hace que sea casi imposible reunir el dinero para pagar por su escape. Y el endurecimiento de los controles en la frontera con China hizo que el año pasado se redujera un 44% la cantidad de refugiados norcoreanos que llegaron a Corea del Sur, que totalizaron 1.509.
Cruzar el límite entre Corea del Norte y Corea del Sur implica atravesar la Zona Desmilitarizada de Corea, de 238 km de longitud y 4 km de ancho. Tarea casi imposible.
Para quienes dejan el país huir es el primer paso hacia la libertad. Pero una vez allí los recuerdos del pasado suelen perseguirlos.
"Estaba tan adaptado al ambiente que era natural ver morir a familiares y amigos de inanición. Sólo cuando deserté, en ese momento me di cuenta de lo doloroso que había sido", le dice a BBC Mundo a través de una intérprete.
Pero eso ni siquiera es su peor recuerdo. Habla de la pesadilla de una vida "sistematizada".
Recuerda una vida de dificultades económicas. Una frase que se queda corta con la realidad. Se estima que hasta tres millones de personas murieron en la hambruna que afectó al país entre 1994 y 1998.
                                          Estatuas de Kim Il-sung y Kim Jong-un en Pyongyang,
                                              abuelo y padre, respectivamente, del actual líder.
Idolatrar al líder
Como capitán del ejército, al cual se había unido en 1992, debía recorrer distintas partes del país, visitar a soldados en remotos puestos. Empezó a comprender la magnitud del horror, los excesos del régimen, el sufrimiento generalizado. Y el lavado de cerebro.
Ese que comienza en la escuela, donde un tercio del programa estudios está dedicado a la idolatría. En ese entonces, del Gran Líder, del fundador de la República, Kim Il-sung, abuelo del actual líder.
Una idolatría que contamina el día a día, en la que una vez a la semana se deben citar de memoria las enseñanzas del Gran Líder, fallecido en 1994 tras un mandato de 46 años, y donde en la escuela los problemas de aritmética se hacen con la cantidad de tanques estadounidenses destruidos a manos de soldados norcoreanos.
Importa, cuenta Kim, mostrarse fiel al régimen, y no el conocimiento que se pueda tener en química, por ejemplo: basta destacarse en la idolatría para llegar a la universidad.
"No había información del mundo exterior, no había forma de cuestionar lo que nos decían", dice.
Pero Kim quería ver qué había más allá, cómo era ahí afuera. Empezó a pensar en desertar, pero el miedo lo paralizaba. Cuenta que fueron tres intentos antes de concretarlo.
Cada vez que antes de intentar llegar a la frontera con China pasaba por casa de sus padres, en la provincia limítrofe de Hamgyong del Norte, se resistía a abandonarlos. No podía, consciente de que ser descubierto no sólo implicaba su ejecución sino el castigo para su familia.
Cuando logró vencer los temores, cuando logró desertar, evitó pasar por la casa de sus padres para una despedida. Tenía 32 años. Ellos siguen en Corea del Norte, junto a su hermana y hermano.

"Se necesita coraje. Y curiosidad", dice en su tono tranquilo, con una voz casi apagada. Quería ver qué había afuera. Pero su curiosidad se limitaba a China.
Nunca pensó que dos años después estaría en Londres. Nunca pensó que antes pasaría por Vietnam, Camboya y Tailandia.
Todavía recuerda las sensaciones del escape. Se le ilumina, por primera vez, la cara. Deja atrás por un momento su voz monocorde.
Y cuenta que una noche de agosto de 2005 nadó cuatro horas por el río Tumen y llegó a un huerto. Manzanas en todos lados. Manzanas en árboles. Manzanas en la tierra. Una escena impensada en su país: nadie las dejaría sin comer. "Apenas puse un pie en China, me di cuenta que había tomado la decisión correcta".
Afirma que nunca se arrepiente de haber partido, pero se apena por su familia. Y todavía teme por ella.

"Se necesita sacrificio"

"Pero para reconstruir a Corea del Norte –explica– se necesita sacrificio. Y si yo no me sacrifico, no puedo pedir el sacrificio de los demás".
Kim vive junto a su esposa y dos hijos en New Malden, una pequeña localidad al oeste de Londres.
Es uno de los poco más de 600 refugiados norcoreanos registrados en Reino Unido. Desde aquí dirige la publicación digital Free NK, "un diario para la democracia en Corea del Norte". Y a la distancia, busca un cambio de régimen.
Corea del Norte puede colapsar por tres factores, sostiene: con un movimiento al estilo de la Primavera Árabe, por la acción de la fuerza de las potencias extranjeras (China incluida) o través de los medios de comunicación y los desertores.
"Se necesita una revolución, pero la gente precisa una iluminación. Tiene que haber una combinación para que exista una revolución democrática adecuada, es difícil que pase ahora", dice.
Y si va a haber un cambio, añade, lo más probable es que venga de la mano de otros como él.
"Los desertores queremos cambiar Corea del Norte, es la forma ideal de hacerlo. Sabemos qué está pasando, si nos podemos organizar, podemos alcanzar a la sociedad norcoreana".

22 abril 2013

DOCUMENTAL: COREA DEL NORTE EL PRECIO DE LA LIBERTAD


INFORME ANUAL 2012: EL ESTADO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL MUNDO COREA DEL NORTE

Fuente: http://www.amnesty.org/es

COREA DEL NORTE

El 17 de diciembre, Kim Jong-un sucedió a su padre como gobernante absoluto, pero sin que hubiese indicios de mejora en el pésimo historial de derechos humanos del país. La población norcoreana continuaba sufriendo violaciones de casi todo el espectro de los derechos humanos. Seis millones de norcoreanos necesitaban ayuda alimentaria con urgencia; un informe de la ONU concluyó que el país no podría alimentar a su población en un futuro inmediato. Se recibieron informes de la existencia de numerosos campos penitenciarios, en donde eran habituales la detención arbitraria, el trabajo forzoso y la tortura y otros malos tratos. Continuaron las ejecuciones, que en algunos casos se llevaban a cabo en público. Los castigos colectivos eran habituales. Las violaciones del derecho a la libertad de expresión y reunión eran generalizadas.


Información general

Kim Jong-il murió en diciembre, según informes a causa de un ataque cardíaco, concluyendo así sus 17 años de mandato como líder del Estado, cargo que había heredado de su padre, Kim Il-sung. Kim Jong-un, hijo de Kim Jong-il, fue nombrado su sucesor.

En junio, el Consejo de Seguridad de la ONU prorrogó por tercera vez el mandato del órgano de expertos que se ocupaba de las sanciones impuestas por la ONU a Corea del Norte a causa de sus pruebas con armas nucleares.

Unas inundaciones provocadas por lluvias torrenciales que habían comenzado en junio se vieron agravadas en agosto por un tifón que causó daños generalizados, especialmente en las provincias de Hwanghae del Norte y Hwanghae del Sur. Como consecuencia, según informes, un total de 68 personas murieron o desaparecieron y más de 25.000 quedaron sin hogar.

Crisis alimentaria

En enero se recibieron informes sobre muertes por inanición ocurridas en las provincias de Pyongan del Norte, Hamkyung del Sur y Hamkyung del Norte desde abril de 2010. En abril, el Programa Mundial de Alimentos, la FAO y UNICEF lanzaron una operación de emergencia para llegar a 3,5 millones de niños, mujeres y ancianos, los sectores más vulnerables.

Un informe publicado en noviembre por la FAO y el Programa Mundial de Alimentos concluyó que gran parte de la población había sufrido privación prolongada de alimentos desde mayo hasta septiembre, puesto que la ración de cereales del sistema de distribución pública se había reducido a 200 gramos o menos por persona y día, equivalente a sólo un tercio de las necesidades energéticas mínimas diarias de una persona. El informe indicaba que una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 49 años sufría malnutrición, mientras que más de un tercio de los niños sufrían raquitismo y casi la quinta parte tenían un peso inferior al normal. Además, mencionaba que, en comparación con el año anterior, el número de menores desnutridos que ingresaban en las salas de pediatría había aumentado entre un 50 y un 100 por cien.

A pesar de la crisis, la ayuda alimentaria internacional continuaba dependiendo de circunstancias geopolíticas. Según informes recibidos en febrero, el gobierno ordenó que sus embajadas solicitasen ayuda alimentaria a gobiernos extranjeros. En junio, tras una visita destinada a supervisar la ayuda, la Comisión Europea decidió ofrecer 10 millones de euros en ayuda alimentaria de emergencia. Estados Unidos no envió ayuda alimentaria a Corea del Norte, alegando que le preocupaba cómo se supervisaba su distribución.

Detención y reclusión arbitrarias

Informes no confirmados señalaron que en enero, en evidente preparación de la sucesión en el poder, el Departamento de Seguridad Nacional había detenido a más de 200 funcionarios; se temía que algunos hubieran sido ejecutados, mientras que otros habían sido enviados a campos penitenciarios para presos políticos. Según informes creíbles, se calculaba que había hasta 200.000 personas encarceladas en condiciones espantosas en seis campos penitenciarios para presos políticos cada vez más grandes, como el conocido centro de Yodok. Miles de personas estaban recluidas en al menos otros 180 centros de detención. La mayoría permanecían encarceladas sin juicio o tras procesos sumamente injustos en los que se habían utilizado confesiones hechas bajo coacción.

Tortura y otros malos tratos

Los hombres, mujeres y niños recluidos en los campos eran objeto de tortura y otros malos tratos; entre otras cosas, se les obligaba a trabajar en condiciones peligrosas. Debido a la combinación de trabajo forzado peligroso, alimentación deficiente, palizas, atención médica totalmente insuficiente y condiciones de vida insalubres, las personas encarceladas sufrían enfermedades, y muchas morían bajo custodia o poco después de quedar en libertad. El gobierno continuó negando la existencia de campos penitenciarios para presos políticos.
Pena de muerte

En julio se recibieron informes no confirmados de que las autoridades habían ejecutado mediante fusilamiento o matado en accidentes de tráfico provocados a 30 funcionarios que habían participado en conversaciones entre las dos Coreas o supervisado el diálogo bilateral. El 10 de marzo, el relator especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales escribió al gobierno en relación con 37 ejecuciones por delitos de índole económica llevadas a cabo entre 2007 y 2010.

Libertad de expresión

En junio, las autoridades permitieron que Associated Press estableciese una agencia de noticias en Pyongyang. La agencia de noticias Reuters anunció que había recibido autorización para mantener una antena parabólica en Pyongyang. Sin embargo, no había medios de comunicación nacionales independientes ni se sabía que hubiera ningún partido político de oposición independiente, y tampoco existía una sociedad civil que pudiera calificarse como tal. Las críticas al gobierno y a sus líderes eran objeto de severas restricciones y podían castigarse con detención y reclusión en un campo penitenciario. Sólo un número reducido y selecto de personas tenían acceso a Internet, en la mayoría de los casos a través de una intranet objeto de estrecha vigilancia. Las autoridades tomaban medidas drásticas contra quienes utilizaban teléfonos móviles chinos, y las conexiones telefónicas estaban bloqueadas en Sinuiju, ciudad fronteriza cercana a Dandong, en China.

Libertad de circulación

Los ciudadanos norcoreanos sufrían graves restricciones a la hora de viajar tanto dentro del país como al extranjero. Las autoridades chinas devolvían a menudo a Corea del Norte a miles de norcoreanos que habían huido a China en busca de alimentos y empleo. A su regreso eran sistemáticamente golpeados y detenidos. Las personas sospechosas de haber estado en contacto con ONG surcoreanas o de haber intentado huir a Corea del Sur recibían castigos aún más severos. En julio se recibió información según la cual las autoridades norcoreanas habían ordenado la adopción de medidas enérgicas contra quienes salieran del país sin autorización. En octubre, informes no confirmados señalaron que en septiembre el Departamento de Seguridad Nacional había detenido al menos a 20 norcoreanos en Shenyang, China. Estas personas fueron devueltas a Corea del Norte y quedaron recluidas en un centro del Departamento de Seguridad Nacional en la provincia de Hamkyung del Norte.

Personas refugiadas y solicitantes de asilo

Corea del Sur concedió la nacionalidad a más de 23.500 norcoreanos; había centenares en Japón. Según cifras publicadas en 2011 por el ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en 2010 había 917 solicitantes de asilo norcoreanos en situación similar a la de refugiados en diversos países, entre los que figuraban Alemania, Australia, Estados Unidos, Países Bajos y Reino Unido.

En marzo, 27 norcoreanos fueron entregados a la Armada de Corea del Norte. Formaban parte de un grupo de 31 personas (20 mujeres y 11 hombres) cuyo barco de pesca se había adentrado en aguas de Corea del Sur en febrero a causa de una densa niebla. A 4 de estas personas, que decidieron quedarse en Corea del Sur, se les concedió la nacionalidad de ese país.

En junio, nueve norcoreanos llegaron a Corea del Sur en barco. Posteriormente, según informes, las autoridades de Corea del Norte restringieron los viajes de sus ciudadanos a las zonas fronterizas y prohibieron las embarcaciones pequeñas a lo largo de la costa occidental.
En septiembre se descubrió a nueve norcoreanos, entre los que había tres menores, a bordo de una pequeña embarcación pesquera de madera en la costa de la prefectura de Ishikawa, en Japón. En un primer momento los tuvieron detenidos en Nagasaki, y posteriormente les permitieron marcharse a Corea del Sur.

Escrutinio internacional

El relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Corea del Norte no recibió autorización para visitar el país. En septiembre, 40 ONG, incluida Amnistía Internacional, crearon en Tokio una coalición internacional que pidió el establecimiento de una comisión de investigación sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno norcoreano. En mayo, Robert King, embajador de Estados Unidos para derechos humanos y cuestiones humanitarias en Corea del Norte, realizó una visita sin precedentes al país, encabezando una delegación que iba a evaluar la gravedad de la crisis alimentaria. Al marcharse le acompañaba Jun Eddie Yong-su, misionero coreano-estadounidense que acababa de quedar en libertad tras pasar seis meses detenido por “actividad religiosa inadecuada o ilegal”. 




VIDEO: CAMPO DE PRISIONEROS EN COREA DEL NORTE



19 abril 2013

ONU: COREA DEL NORTE VIOLA SISTEMÁTICAMENTE DERECHOS HUMANOS DE LA POBLACIÓN

cr. caracol.com

La denuncia concluye que las violaciones de las leyes fundamentales en el país asiático entre ellas de lesa humanidad las padecen la gran mayoría de la población.






Las Naciones Unidas constataron una vez más que las autoridades de Corea del Norte violan de forma sistemática y transversal los derechos humanos básicos de la población, es por ello que solicita que se establezca un mecanismo de investigación estable para documentarlas más extensamente.

Así lo pide en su informe el relator especial de las Naciones Unidas para Corea del Norte, Marzuki Darusman, que hoy presentó ante el Consejo de Derechos Humanos sus últimas averiguaciones.

Entre todos los abusos documentados, Darusman destaca la vulneración del derecho a la alimentación, en particular las consecuencias de las políticas de distribución de alimentos controladas por el Estado, que provoca que haya inmensos niveles de malnutrición.

Asimismo, el relator critica abiertamente el hecho de que las autoridades mantengan la restricción impuesta a la entrada de asistencia humanitaria internacional para hacer frente "a la crisis alimentaria endémica".

Otro de los abusos documentados es el extenso uso de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes, "y en particular las condiciones inhumanas de la privación de libertad".

Darusman critica "la detención arbitraria como forma de persecución", el hecho de que se penalice todo comportamiento que se considere hostil o contrario a la ideología oficial del Gobierno, así como "la ausencia del estado de derecho y de garantías procesales o de un poder judicial independiente".

El relator no olvida las amplias y cotidianas "violaciones de los derechos humanos relacionadas con los campamentos de prisioneros".
"Reviste especial preocupación el hecho de que la sociedad esté dividida en tres grupos diferenciados que se clasifican conforme a su lealtad política hacia el Gobierno", afirma.

"El lugar que ocupa una persona en esta jerarquía determina el nivel de acceso que tendrá a los derechos humanos básicos, lo que incluye el acceso a la alimentación, la salud, la educación y la libertad de circulación", añade.

Asimismo, el relator lamenta que se aplique "de forma abusiva" la pena de muerte y que las ejecuciones se lleven a cabo públicamente.
Darusman recuerda que en Corea del Norte se da una "vulneración generalizada de la libertad de expresión" y critica que se apliquen estrictas restricciones a la libertad de circulación.

Finalmente, el relator denuncia las desapariciones forzadas y el secuestro de ciudadanos extranjeros.

Ante esta situación, el relator solicita a las instancias de las Naciones Unidas que "establezcan un mecanismo de investigación con recursos suficientes para investigar y documentar con mayor detalle las violaciones graves, sistemáticas y generalizadas de los derechos humanos que se cometen en la ese país", muchos de ellos, calificados de "crímenes de lesa humanidad".


COREA DEL NORTE: UNA CRISIS DE DERECHOS HUMANOS PASADA POR ALTO

cr.elojodigital.com

Corea del Norte ha estado llegando a los titulares, a partir de sus amenazas sobre ataques nucleares preventivos contra el territorio continental de los Estados Unidos. Además de considerar las acciones beligerantes de este país en materia militar, la comunidad internacional no puede desentenderse del lamentable registro en temas de violaciones de derechos humanos y el estrangulamiento económico resultante luego de tres generaciones de dictadores.

Mientras algunos especulan que el cambio está en marcha, las recientes iniciativas de Kim Jong-Un ofrecen pocas esperanzas de cara a futuras reformas. El 'Reino Hermitaño' permanece cerrado al mundo exterior, como una defensa frente al contagio de la influencia extranjera. Muy lentamente, el flujo de información comienza a abrirse para los ojos de los norcoreanos, permitiéndole -en simultáneo- a Occidente echar una mirada sobre el régimen. Pero unas pocas fotos subidas a Instagram

Afortunadamente, un puñado de desertores de Corea del Norte se han mostrado predispuestos a hablar. Shin Dong-hyuk  le ha plantado cara a la peligrosa situación de los norcoreanos puestos en prisión en lo que hoy serían espacios equivalentes a los gulags soviéticos. Nacido en un campo de prisioneros, Shin ha sido uno de los pocos que pudo escapar, y su historia ha calado hondo en muchas personas.

El miedo y el hambre son las emociones que definen y dominan la vida de los coreanos del norte. Shin recuerda la angustia que sobrevenía con el hambre, como un sentimiento familiar que lo condujo a traicionar a su madre y a su hermano en el campo, hecho que condujo a la ejecución de ambos ante sus propios ojos. El declaró no experimentar remordimiento alguno hasta transcurridos muchos años en su vida; dijo haberlo hecho por comida, una recompensa que -en definitiva- jamás recibió.

Sumido en la desesperación, algunos coreanos consideraron lo impensable, llegando incluso al canibalismo. A contramano de la creencia popular, la escasez de alimentos no finalizó con la hambruna que tuviera lugar en los años noventa y que acabó con la existencia de más de un millón de personas, sino que continúa hoy día. El hambre es una plaga en la Península.

Pero lo protagonizado por Shin no es algo único. El norcoreano promedio se ve forzado a asistir a sesiones semanales múltiples de propaganda gubernamental de corte "organizacional". Y la vida de cada ciudadano está coordinada, desde la cuna a la tumba, por el gobierno. Los niños aprenden que todo aquello que reciben procede del "Querido Líder".

El ciudadano norcoreano promedio no dispone de acceso a agencias de noticias que provean perspectivas diferentes de la realidad. En lugar de ello, la fuerza del régimen lo alimenta con información a través de los medios administrados por el estado. Internet no es una herramienta disponible para los individuos; por ende, los blogs, Twitter, Facebook, y hasta Google son desconocidos para cualquiera. Criticar al gobierno equivale a ponerse en riesgo inminente a uno mismo, y a su propia familia. La sola crítica puede redundar en tres generaciones enviadas al gulag por el "crimen" de solo un integrante del núcleo familiar.

A pesar del conocimiento que existe en Occidente sobre los campos de concentración, la persecución religiosa, la escasez de comida y la supresión extendida de derechos individuales básicos, los coreanos del norte rara vez logran obtener asilo o refugio en los Estados Unidos de América, por ejemplo. Desde que el Acta de Derechos Humanos en Corea del Norte fue aprobada en 2004, solo un total de 122 ciudadanos de ese país obtuvieron estatus legal en EE.UU., y solo un minimo de ellos obtuvo asilo político o condición de refugiado.

Numerosos expertos especulan que Estados Unidos no les garantiza el estatus de refugiados porque todos los norcoreanos obtienen ciudadanía automática apenas arriban a Corea del Sur. Pero los desertores norcoreanos rara vez se encuentran en posibilidad de huir al sur, porque la frontera está estrictamente monitoreada por ambos países. En lugar de ello, aquellos que buscan obtener asilo deben arriesgarse en un peligroso periplo de miles de kilómetros a través de China, Mongolia, o el Sudeste de Asia, si el objetivo es llegar a Corea del Sur.

Mientras que un estimativo de entre veinte mil y treinta mil desertores norcoreanos residen en la vecina del sur, otro número difícil de conocer se oculta en la República Popular China o forzado a vagar por el sudeste asiático. Varias organizaciones de ayuda han provisto apoyo, pero mucha gente continúa quedando en el medio del proceso, ya sea como personas sin estado en China, o bien terminan como víctimas del tráfico de personas en la región, o como ciudadanos en países por completo desconocidos para ellos.

Aún cuando las sanciones han sido incrementadas desde Naciones Unidas, sus efectos son poco significativos pues aquellas sanciones rara vez son implementadas por China. Será, pues, hora de golpear a Corea del Norte donde más le duela, teniendo en consideración su extendida red que apuntala al régimen y que le permite perpetuar su campaña de gran escala contra su propia población.

Corea del Norte es nuestra moderna historia de terror. La Historia debería empujarnos a actuar, para no repetir los errores del pasado. El presente foco en el régimen de Pyongyang debería bastar para recordarle a la comunidad internacional que Norcorea no es solo una amenaza hipotética para la seguridad del globo, sino que es una amenaza contra sí misma. Sin acciones serias que arriben con un respaldo para los ciudadanos norcoreanos, existirá poca esperanza para el reasentamiento pacífico de aquéllos, apenas el régimen caiga.