13 mayo 2013

LA ONU INVESTIGARÁ VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS EN COREA DEL NORTE

cr. http://www.cinu.mx/

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha designado a los integrantes de una comisión que investigará violaciones de las garantías básicas en Corea del Norte.

El ex juez australiano Michael Donald Kirby presidirá la comisión, de la que formarán parte además la abogada serbia Sonja Biserko y el relator especial sobre los derechos humanos en Corea del Norte, el indonesio Marzuki Darusman

Rolando Gómez es el portavoz del Consejo en Ginebra.

"Van a investigar violaciones relacionadas con el derecho a la alimentación, con los campos de detención, la tortura y los malos tratos, detenciones arbitrarias y la libertad de expresión, entre otros asuntos", precisó el portavoz.

El Consejo decidió en marzo pasado establecer una comisión para indagar, durante un periodo de un año, las transgresiones de garantías básicas en ese país y en particular aquellas que podrían constituir un crimen contra la humanidad. 

Ese grupo investigador mantendrá informado al Consejo y a la Asamblea General de la marcha de sus averiguaciones y presentará su informe final el próximo mes de marzo.


01 mayo 2013

UNOS 200.000 PRESOS NORCOREANOS ESTÁN EN CAMPOS DE CONCENTRACIÓN, DONDE SUFREN MALNUTRICIÓN Y TORTURAS

cr. lukor.com

 
Los internos realizan jornadas de trabajos forzados de más de 12 horas en unas instalaciones con medio siglo de antigüedad.
 
 
En Corea del Norte hay alrededor de 200.000 presos políticos que están internados en campos de concentración donde trabajan entre 12 y 15 horas diarias. No se pueden duchar con jabón y su ropa consiste en unos cuantos harapos. En muchos casos mueren de enfermedades relacionadas con la malnutrición.

Así lo revela un informe de la Asociación de Abogados Coreanos, recogido por 'The Washington Post', que detalla la vida cotidiana de estos presos políticos basándose en los testimonios de supervivientes de los campos y antiguos guardias.

La dieta diaria de estos centros de detención se basa fundamentalmente en maíz y sal. La mayoría de los internos pierden los dientes a lo largo del tiempo y las encías se les ponen negras. Los huesos quedan tan debilitados que muchos no pueden sostener el tronco y caminan inclinados a la altura de la cintura.

Cuando entran en el campo de concentración se les dan unas ropas que son las que llevarán durante toda su estancia, sin posibilidad de cambio, y viven sin calcetines, ropa interior, jabón o toallas. En la mayoría de las ocasiones los fallecimientos por enfermedades relacionadas con la malnutrición suceden alrededor de la edad de 50 años.

Estos campos nunca han sido visitados por extranjeros, por lo que los testimonios de los supervivientes y ex guardias no han podido ser verificados. Sin embargo, las últimas imágenes por satélite, accesibles a todo el mundo a través de Internet, revelan la existencia de estas instalaciones en las montañas de Corea del Norte.

Las imágenes corroboran buena parte de las historias de los supervivientes, ya que muestran incluso las entradas a las minas donde los antiguos presos dicen que trabajaban como esclavos, así como las instalaciones donde los ex guardias aseguran que los internos que no cooperaban eran torturados hasta la muerte. También se ven los lugares donde los reclusos eran obligados a presenciar ejecuciones, además de torres de vigilancia y alambradas electrificadas que rodean todo el perímetro de los campos.

"Tenemos este sistema de esclavitud delante de nuestras narices. Los grupos de Derechos Humanos no pueden pararlo. Corea del Sur no puede pararlo. Estados Unidos tendrá que plantear esta cuestión en la mesa de negociaciones", explica An Myeong Chul, un antiguo guardia que desertó a Corea del Sur.

Pero este tema no ha sido abordado en ninguna reunión de las conversaciones a seis bandas sobre el programa nuclear norcoreano. "Hablar con ellos sobre los campos no ha sido posible", señaló David Straub, un alto responsable de la oficina de asuntos coreanos del Departamento de Estado norteamericano durante las Administraciones de Bill Clinton y George W. Bush, en declaraciones recogidas por 'The Washington Post'. Estos encuentros no se han producido desde que Barack Obama tomó posesión en enero.

MEDIO SIGLO DE ANTIGÜEDAD

Según el informe, los campos de concentración de Corea del Norte existen desde hace medio siglo. Aunque es imposible obtener cifras precisas, gobiernos occidentales y organizaciones defensoras de los Derechos Humanos estiman que cientos de miles de personas han muerto en estos campos.

La versión oficial norcoreana es que estas instalaciones no existen y, para evitar la presentación de pruebas, las autoridades limitan el movimiento de los extranjeros a los que se permite entrar en el país.

Suzanne Scholte, activista norteamericana que atiende a supervivientes de estos campos y les invita a dar conferencias y charlas en Washington, lamenta que todas estas víctimas no tienen una figura que les represente. "Los tibetanos tienen al Dalai Lama y Richard Gere, los birmanos tienen a Aung San Suu Kyi, los darfuríes tienen a Mia Farrow y George Clooney. Los norcoreanos no tienen a nadie", alertó.

Cinco supervivientes cuentan historias espeluznantes como ejecuciones sumarias para quitar de la cabeza a los reclusos ideas tan descabelladas como intentar escapar. Antes de que los guardias mataran a varios presos por esta razón, los internos de más de 16 años fueron obligados a presenciar el asesinato.

Según los testimonios, el oficial al mando solía leer antes de las ejecuciones un texto en el que destacaba que el Apreciado Líder, el dirigente Kim Jong Il, había ofrecido una "oportunidad de redención" a los acusados mediante los trabajos forzados.

"Casi experimentamos las ejecuciones nosotros mismos", explica Jung Gwang Il, de 47 años, quien asegura que presenció dos ejecuciones de presos en el Campo 15. Después de tres años, dice, fue liberado y tras huir a China, llegó a Seúl, donde reside actualmente.

INTERROGATORIOS

Como otros muchos antiguos prisioneros, Jung afirma que lo más duro de su reclusión fueron los interrogatorios por parte de la Bowibu, la Agencia Nacional de Seguridad. Fue detenido después de que un compañero de trabajo de una oficina del Gobierno le acusara de ser un espía surcoreano.

"Querían que admitiera que era un espía. Me golpearon en los dientes con un bate de béisbol. Me fracturaron el cráneo en dos ocasiones. No era un espía, pero admití que lo era tras nueve meses de torturas", relata.

Cuando Jung fue arrestado pesaba 75 kilos, pero cuando el interrogatorio acabó llegó a pesar 36. "La mayoría de la gente muere de malnutrición (en los campos), accidentes en el trabajo y durante los interrogatorios", cuenta Jung, ahora convertido en abogado defensor de los Derechos Humanos.

"La gente con perseverancia es la que sobrevive. Los que piensan todo el tiempo en comida se vuelven locos. Yo trabajé duro, por lo que los guardias me seleccionaron para ser el líder de mi barracón, de modo que no tenía que gastar mucha energía y la recuperaba con el maíz", explica.

Los reclusos tienen prohibido cualquier contacto con el mundo exterior y el suicidio está penado con la extensión de la condena. Los guardias pueden golpear, violar y matar prisioneros con impunidad, y cuando las internas se quedan embarazadas sin permiso, sus bebés son asesinados, según el informe.

SISTEMA DE CAMPOS

El número de campos de concentración en Corea del Norte ha pasado de 14 que había en un principio a cinco grandes instalaciones, según antiguos guardias. El llamado Campo 22, cerca de la frontera con China, tiene casi 50 kilómetros de largo por 40 de ancho, un área más grande que la ciudad de Los Angeles, donde hay unos 50.000 reclusos.

Los delitos por los que alguien puede ser condenado incluyen tanto oposición real o supuesta al Gobierno. "El sistema de campos puede ser percibido enteramente como un masivo y elaborado sistema de persecución en el terreno político", señala el investigador de Derechos Humanos David Hawk.

La mayoría de los campos son "distritos de control completo", lo que significa que los internos trabajarán allí hasta su muerte, pero el Campo 15 se considera una excepción. Llamado "distrito revolucionario", los presos pueden recibir adoctrinamiento en el socialismo y después de unos años, si se aprenden de memoria los escritos de Kim Jong Il, son liberados aunque bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad.

Desde que se ofreció como lugar seguro para los desertores, Corea del Sur es hogar de muchos supervivientes de los campos que han contado su experiencia a su servicio de Inteligencia, que probablemente sabe más sobre estas instalaciones que cualquier otra agencia del mundo.

An Myeong Chul cuenta que cuando estaba siendo entrenado para ser guardia, sus instructores le amenazaron con convertirse en preso si mostraba pena por los reclusos, a quienes podía golpear o matar a su antojo. "Nos enseñaron a mirar a los presos como a cerdos", indica An, de 41 años. Después de siete años de trabajo consiguió escapar a China y ahora trabaja en un banco en Seúl.


EL HORROR DE LOS CAMPOS DE PRISIONEROS NORCOREANOS

cr. diariovasco.com

Un superviviente, obligado por el sistema, denunció a su hermano y a su madre que fueron ejecutados por intentar escapar


Los desertores norcoreanos Kang Chol-Hwan y Shin Dong-Hyuk hablan en Ginebra.






Los campos de prisioneros en Corea del Norte son un mundo de tortura y de trabajos forzados, según dos exdetenidos que presentaron testimonio en Ginebra durante una reunión sobre los derechos humanos organizada por diversas ONG.
"Yo vi todos los días actos de tortura, así como personas morir de malnutrición y de hambre", declaró Kang Chol-hwan. "He visto morir a muchos amigos, y yo mismo estuve a punto de morir de malnutrición", afirmó. Kang, de 43 años, estuvo internado en el Campo 15 con su familia cuando era niño, y permaneció allí diez años.
Shin Dong-hyuk, de 30 años, estuvo detenido en el Campo 14, donde nació y pasó los 23 primeros años de su vida. Allí fue torturado y obligado a realizar trabajos forzados, antes de evadirse, hace siete años. Shin es la única persona conocida que nació en un campo norcoreano y logró escapar. Narró su historia en un libro publicado por el periodista Blaine Harden, titulado 'Escape from Camp 14'. El Campo 14 es un gigantesco centro de trabajo, formado por varias "aldeas", pero también por fábricas, granjas y minas.

Unos 200.000 internados

Según el Comité por los Derechos Humanos en Corea del Norte, una organización no gubernamental (ONG), unas 200.000 personas se encuentran internadas en campos en Corea del Norte. Según esta fuente, unas 400.000 personas murieron allí debido a las torturas, el hambre, las enfermedades o ejecutadas.
El padre y el abuelo de Shin fueron enviados al campo después de que dos de sus tíos escaparon a Corea del Sur. Shin debía pasar toda su vida preso debido al sistema norcoreano de "culpabilidad por asociación", que castiga a tres generaciones de una misma familia cuando un miembro de esta familia cometió una falta.
En esos campos donde no señalar las malas acciones de otros prisioneros puede ser castigado con la muerte, Shin reveló a un guardián, a los 13 años, según su relato, los planes de evasión de su madre y de su hermano mayor, y no sintió remordimiento alguno cuando asistió a su ejecución.
Shin confiesa que jamás sintió afecto por ellos ni por ninguna otra persona en ese campo, donde cada individuo era un competidor potencial por la escasa ración de papilla de repollo que permite sobrevivir a los prisioneros. Pero las cosas cambiaron desde que salió del campo. "Ahora me doy cuenta de que los quería", dijo.
Shin dice que no tenía noción alguna del mundo exterior hasta que conoció a un prisionero que había vivido en el extranjero y que le describió todos los alimentos que había saboreado allí. "Yo no comprendía en lo absoluto lo que era la libertad, me fugué únicamente a causa de la comida", explicó.
Shin, que ahora vive en Corea del Sur, trata de hacer conocer mejor las condiciones de vida en los campos norcoreanos. Durante su entrevista, los dos exprisioneros, que hablaron en coreano y cuyas declaraciones fueron traducidas por un intérprete, llegaron a comparar el sistema de los campos de concentración norcoreanos con los campos de exterminio nazis. "Básicamente, es lo mismo que en Auschwitz", afirmó Kang. "Quizás los métodos sean diferentes, pero los efectos son los mismos, es monstruoso", exclamó.
Después de hablar con Shin, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navy Pillay, lanzó un llamamiento pidiendo una investigación internacional "sobre una de las peores" situaciones en el mundo.