09 junio 2013

YODUK: CAMPO DE CONCENTRACION PARA DISIDENTES EN COREA DEL NORTE

La existencia de Yudok, campo de concentración para disidentes en Corea del Norte. Está situado en la provincias de Pyongan och Hamkyung, en una región inhóspita de este país, reliquia del comunismo. Allí viven aislados, en condiciones de semiesclavitud, 200.000 personas que, por motivos ideológicos o políticos, son considerados peligrosos para el régimen.

Los prisioneros se comen las ratas, culebras y los granos de maiz no digeridos por los animales, que extraen de sus excrementos. Un evadido, Jeong Kyoungil, que vivió en Yoduk cuatro años, declaró a Amnestía que diariamente mueren personas por hambruna. Curiosamente, estos muertos son una ayuda para sobrevivir puesto que el encargarse de los muertos y su enterramiento supone un cuenco de comida extra, como era su caso al llevar a cabo esta ocupación.

Aproximadamente 40% de los prisioneros muere por hambre.

Las declaraciones de evadidos y guardianes conforman qué torturas están a la orden del día. Si las cuotas en el trabajo no se cumplen, eso significa no recibir comida. Las ejecuciones publicas son corrientes.

Los dos motivos principales para ser enviados a este lugar son escuchar emisoras de radio de Corea del Sur y criticar al régimen. No solo es enviado quien ha cometido el delito, sino que le acompaña toda la familia, niños incluidos.

Para quienes aún osan protestar, como todo buen campo de castigo, Yoduk dispone de unas celdas especiales: cubos o celdas de tortura donde no se puede andar, ni estar de pié, ni sentarse. En una de ellas , un chico de 13 años llegó a estar 8 meses.

Este lugar y campo de semiesclavos es conocido desde 1.950. En los últimos años, según fotografías de satélites, ha aumentado de tamaño.

Compartimos con ustedes un  video hecho por CSS, donde podemos ver  la realidad terrible de los prisioneros de Corea del Norte. Al igual que el testimonio de  Kang Chol-Hwan, de 32 años, un prisionero que escapó de este infierno.


Recuerdos del infierno norcoreano

Kang Chol-Hwan, de 32 años, recuerda en voz baja sus terribles vivencias del campo de reeducación de Yoduk, en Corea del Norte. Allí fue internado, a la edad de nueve años, con toda su familia por alguna falta contrarrevolucionaria cometida por su abuelo.

Permaneció una década detrás de los muros y las alambradas, hasta que en 1987 fue liberado, vivió en diversos lugares de Corea del Norte y logró, después, escaparse a China y, de ahí, a Seúl. 

La familia de Kang Chol-Hwan, emigrada a Japón, cometió el error de regresar a su patria norcoreana para ayudar a la revolución. Al poco tiempo de su instalación en Pyongyang, su abuelo no volvió a casa y, a partir de entonces, empezaron las desgracias para sus parientes, que, con la excepción de la madre, fueron deportados a Yoduk en agosto de 1977.
'Nunca supe lo que se reprochaba a mi abuelo ni tampoco le volví a ver porque le enviaron a un campo de régimen severo, no de reeducación como Yoduk', comenta Kang. 'A mi madre, la policía política la obligó a divorciarse sin ni siquiera hacerla firmar ningún documento'.
'La reeducación en Yoduk', recuerda Kang, 'consistía, entre otras cosas, en escuchar, al maestro del colegio al que iba, decirnos que, por ser hijos de contrarrevolucionarios, merecíamos morir, pero que, gracias a la magnanimidad del Partido y del Gran Líder, se nos estaba dando la posibilidad de enmendarnos'.
Además de recibir lecciones de matemáticas, de lengua y, sobre todo, de la historia del partido y los discurcos de Kim Jong- il, los niños dedicaban las tardes a trabajar extrayendo, por ejemplo, arcilla. 'Nuestras raciones alimentarias, básicamente unos cuatrocientos gramos de maíz al día, eran escasas para los esfuerzos que hacíamos', prosigue Kang. Una tarde los niños habían recibido la orden de extraer de la cantera una tonelada de arcilla mientras yo había sido encargado de trasladar los bloques de tierra hasta los camiones. De pronto escuché un ruido ensordecedor. Un derrumbamiento sepultó a un puñado de críos. Varios resultaron muertos en el accidente. Estaba angustiado. Este trabajo no estaba hecho para muchachos de mi edad. Apenas rescatados los cadáveres y evacuados los heridos, los supervivientes, a golpes, tuvieron que volver al tajo'.
'De ahí que, sobre todo al final del duro invierno, muriesen muchos niños y ancianos', rememora Kang. 'Una mera gripe era con frecuencia mortal porque apenas había medicinas -sólo algunos antiinflamatorios- en el ambulatorio del área que ocupábamos en el campo'. 'Calculé que fallecían un centenar de personas al año sobre una población que oscilaba entre las 2.000 y 3.000'. 'Antes de inhumar los cadáveres, les quitábamos ropa y calzado para reutilizarlo'.
Kang supo que había llegado a la edad adulta cuando, en una de las últimas clases, el maestro dijo a sus alumnos: "Antes, si cometías un error, incluso grave, se les castigaba, pero no se les fusilaba. Ahora son adultos responsables, ya pueden ser fusilados'.
Antes, como niño, ya había visto, obligado, algunas ejecuciones públicas de internos que intentaron evadirse. 'Dos militares fueron ahorcados y, mientras los cadáveres aún orinaban, los guardianes nos ordenaron a los 2.000 asistentes que cada uno les lanzase una piedra al tiempo que gritaba: '¡Muerte a los traidores!'. 'En alguna otra ocasión se lapidó a los vivos'. 'Esa vivencia es la que más me ha marcado'.

Otros episodios atroces de la vida del campo supusieron para Kang y los adolescentes de su edad una distracción. 'Para no engendrar a contrarrevolucionarios, las relaciones sexuales estaban prohibidas, y cuando se sospechaba que una pareja podía haberlas mantenido, el hombre era enviado al calabozo y la mujer debía hacer una autocrítica pública narrando cómo había sido el coito', recuerda Kang.

Educación sexual

'El relato nunca satisfacía el morbo de nuestros cancerberos, que exigían conocer todo tipo de detalles sobre los retozos sexuales'. 'Nosotros, los jóvenes, reíamos con discreción en un rincón mientras seguíamos lo que era nuestra primera clase de educación sexual'.
A varias parejas no fueron atrapadas mientras hacían el amor en esos barracones sin agua corriente y con poca luz eléctrica en los que se alojaban. Alguna mujer se quedó incluso embarazada. Su estado no la libraba de la sesión de escarnio público. 'Se las obligaba a desnudarse ante los demás internos, debían exhibir su vientre tenso y casi siempre se las forzaba a abortar'. 'Si el embarazo llegaba a término, porque lograba disimularlo, se le quitaba a su hijo después del parto'.
Tres años después de su liberación, Kang logró reencontrarse con su madre en Pyongyang. Más tarde cruzó clandestinamente la frontera con China y, en septiembre de 1992, un carguero hondureño le llevó hasta las aguas surcoreanas. 'Ni siquiera me atrevo a soñar con volver a ver a mi madre y mis hermanos'.
Kang escribió un libro 'Las peceras de Pyongyang' el cual fue  publicado hace unos años por Harper Collins en Estados Unidos y por Robert Laffont en Francia, fue el primer testimonio sobre el gulag norcoreano.


200,000 mil reclusos en 10 campos de concentración

TODO HA IDO a peor desde que Kang Chol-Hwan franqueó la puerta de salida del campo de reeducación de Yoduk, donde vivían unos 20.000 reclusos. 'Si entonces ya se racionaba drásticamente la comida, imagínese ahora, cuando, desde mediados de los noventa, el país entero padece la hambruna', comenta Kang en Seúl, donde compagina su trabajo en la edición digital de un diario con su denuncia del sistema carcelario norcoreano.
'Hay unas 200.000 personas -casi el 1% de la población- en campos de reeducación como en el que yo estuve, y en otros aún peores', prosigue. Su estimación es, a grandes rasgos, compartida por las organizaciones de defensa de los derechos humanos, aunque hacer conjeturas sobre un sistema tan opaco es harto difícil.
Hoy día permanecen abiertos, según Kang, nueve campos, tres menos que hace unos años, pero con un número equivalente de reclusos. La mayoría son mixtos, con un área para los reeducables y otra para los irrecuperables. 'Los internos están, por tanto, más hacinados', asegura.
'La diferencia entre los campos de reeducación y los demás', añade Kang, 'es que de los primeros se puede esperar salir algún día, no así de los segundos. A los reclusos de estos últimos campos ya no se les exige que coloquen en las paredes de sus barracones los retratos del Gran Líder porque se les da por perdidos'.
'No siempre permanecen en el campo estos presidiarios, sino que se les traslada para que lleven a cabo, de sol a sol y sin ningún tipo de protección, los peores trabajos. Hay indicios de que se les utiliza masivamente en tareas peligrosas, como, por ejemplo, la fabricación de armas de destrucción masiva'.
¿Quienes van a un campo y quienes van a otro? 'En mis tiempos se nos decía que entre los internos del campo de régimen severo había miembros de familias de los antiguos propietarios agrícolas, ex capitalistas, cristianos practicantes, espías y un montón de víctimas de las purgas internas del partido. Ahora supongo que habrá también fugitivos que fracasaron en su huida hacia China para librarse de la hambruna'.
'La situación de los derechos humanos es espantosa', concluye. 'No puede haber reconciliación entre ambas Coreas sin una solución'.

13 mayo 2013

LA ONU INVESTIGARÁ VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS EN COREA DEL NORTE

cr. http://www.cinu.mx/

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha designado a los integrantes de una comisión que investigará violaciones de las garantías básicas en Corea del Norte.

El ex juez australiano Michael Donald Kirby presidirá la comisión, de la que formarán parte además la abogada serbia Sonja Biserko y el relator especial sobre los derechos humanos en Corea del Norte, el indonesio Marzuki Darusman

Rolando Gómez es el portavoz del Consejo en Ginebra.

"Van a investigar violaciones relacionadas con el derecho a la alimentación, con los campos de detención, la tortura y los malos tratos, detenciones arbitrarias y la libertad de expresión, entre otros asuntos", precisó el portavoz.

El Consejo decidió en marzo pasado establecer una comisión para indagar, durante un periodo de un año, las transgresiones de garantías básicas en ese país y en particular aquellas que podrían constituir un crimen contra la humanidad. 

Ese grupo investigador mantendrá informado al Consejo y a la Asamblea General de la marcha de sus averiguaciones y presentará su informe final el próximo mes de marzo.


01 mayo 2013

UNOS 200.000 PRESOS NORCOREANOS ESTÁN EN CAMPOS DE CONCENTRACIÓN, DONDE SUFREN MALNUTRICIÓN Y TORTURAS

cr. lukor.com

 
Los internos realizan jornadas de trabajos forzados de más de 12 horas en unas instalaciones con medio siglo de antigüedad.
 
 
En Corea del Norte hay alrededor de 200.000 presos políticos que están internados en campos de concentración donde trabajan entre 12 y 15 horas diarias. No se pueden duchar con jabón y su ropa consiste en unos cuantos harapos. En muchos casos mueren de enfermedades relacionadas con la malnutrición.

Así lo revela un informe de la Asociación de Abogados Coreanos, recogido por 'The Washington Post', que detalla la vida cotidiana de estos presos políticos basándose en los testimonios de supervivientes de los campos y antiguos guardias.

La dieta diaria de estos centros de detención se basa fundamentalmente en maíz y sal. La mayoría de los internos pierden los dientes a lo largo del tiempo y las encías se les ponen negras. Los huesos quedan tan debilitados que muchos no pueden sostener el tronco y caminan inclinados a la altura de la cintura.

Cuando entran en el campo de concentración se les dan unas ropas que son las que llevarán durante toda su estancia, sin posibilidad de cambio, y viven sin calcetines, ropa interior, jabón o toallas. En la mayoría de las ocasiones los fallecimientos por enfermedades relacionadas con la malnutrición suceden alrededor de la edad de 50 años.

Estos campos nunca han sido visitados por extranjeros, por lo que los testimonios de los supervivientes y ex guardias no han podido ser verificados. Sin embargo, las últimas imágenes por satélite, accesibles a todo el mundo a través de Internet, revelan la existencia de estas instalaciones en las montañas de Corea del Norte.

Las imágenes corroboran buena parte de las historias de los supervivientes, ya que muestran incluso las entradas a las minas donde los antiguos presos dicen que trabajaban como esclavos, así como las instalaciones donde los ex guardias aseguran que los internos que no cooperaban eran torturados hasta la muerte. También se ven los lugares donde los reclusos eran obligados a presenciar ejecuciones, además de torres de vigilancia y alambradas electrificadas que rodean todo el perímetro de los campos.

"Tenemos este sistema de esclavitud delante de nuestras narices. Los grupos de Derechos Humanos no pueden pararlo. Corea del Sur no puede pararlo. Estados Unidos tendrá que plantear esta cuestión en la mesa de negociaciones", explica An Myeong Chul, un antiguo guardia que desertó a Corea del Sur.

Pero este tema no ha sido abordado en ninguna reunión de las conversaciones a seis bandas sobre el programa nuclear norcoreano. "Hablar con ellos sobre los campos no ha sido posible", señaló David Straub, un alto responsable de la oficina de asuntos coreanos del Departamento de Estado norteamericano durante las Administraciones de Bill Clinton y George W. Bush, en declaraciones recogidas por 'The Washington Post'. Estos encuentros no se han producido desde que Barack Obama tomó posesión en enero.

MEDIO SIGLO DE ANTIGÜEDAD

Según el informe, los campos de concentración de Corea del Norte existen desde hace medio siglo. Aunque es imposible obtener cifras precisas, gobiernos occidentales y organizaciones defensoras de los Derechos Humanos estiman que cientos de miles de personas han muerto en estos campos.

La versión oficial norcoreana es que estas instalaciones no existen y, para evitar la presentación de pruebas, las autoridades limitan el movimiento de los extranjeros a los que se permite entrar en el país.

Suzanne Scholte, activista norteamericana que atiende a supervivientes de estos campos y les invita a dar conferencias y charlas en Washington, lamenta que todas estas víctimas no tienen una figura que les represente. "Los tibetanos tienen al Dalai Lama y Richard Gere, los birmanos tienen a Aung San Suu Kyi, los darfuríes tienen a Mia Farrow y George Clooney. Los norcoreanos no tienen a nadie", alertó.

Cinco supervivientes cuentan historias espeluznantes como ejecuciones sumarias para quitar de la cabeza a los reclusos ideas tan descabelladas como intentar escapar. Antes de que los guardias mataran a varios presos por esta razón, los internos de más de 16 años fueron obligados a presenciar el asesinato.

Según los testimonios, el oficial al mando solía leer antes de las ejecuciones un texto en el que destacaba que el Apreciado Líder, el dirigente Kim Jong Il, había ofrecido una "oportunidad de redención" a los acusados mediante los trabajos forzados.

"Casi experimentamos las ejecuciones nosotros mismos", explica Jung Gwang Il, de 47 años, quien asegura que presenció dos ejecuciones de presos en el Campo 15. Después de tres años, dice, fue liberado y tras huir a China, llegó a Seúl, donde reside actualmente.

INTERROGATORIOS

Como otros muchos antiguos prisioneros, Jung afirma que lo más duro de su reclusión fueron los interrogatorios por parte de la Bowibu, la Agencia Nacional de Seguridad. Fue detenido después de que un compañero de trabajo de una oficina del Gobierno le acusara de ser un espía surcoreano.

"Querían que admitiera que era un espía. Me golpearon en los dientes con un bate de béisbol. Me fracturaron el cráneo en dos ocasiones. No era un espía, pero admití que lo era tras nueve meses de torturas", relata.

Cuando Jung fue arrestado pesaba 75 kilos, pero cuando el interrogatorio acabó llegó a pesar 36. "La mayoría de la gente muere de malnutrición (en los campos), accidentes en el trabajo y durante los interrogatorios", cuenta Jung, ahora convertido en abogado defensor de los Derechos Humanos.

"La gente con perseverancia es la que sobrevive. Los que piensan todo el tiempo en comida se vuelven locos. Yo trabajé duro, por lo que los guardias me seleccionaron para ser el líder de mi barracón, de modo que no tenía que gastar mucha energía y la recuperaba con el maíz", explica.

Los reclusos tienen prohibido cualquier contacto con el mundo exterior y el suicidio está penado con la extensión de la condena. Los guardias pueden golpear, violar y matar prisioneros con impunidad, y cuando las internas se quedan embarazadas sin permiso, sus bebés son asesinados, según el informe.

SISTEMA DE CAMPOS

El número de campos de concentración en Corea del Norte ha pasado de 14 que había en un principio a cinco grandes instalaciones, según antiguos guardias. El llamado Campo 22, cerca de la frontera con China, tiene casi 50 kilómetros de largo por 40 de ancho, un área más grande que la ciudad de Los Angeles, donde hay unos 50.000 reclusos.

Los delitos por los que alguien puede ser condenado incluyen tanto oposición real o supuesta al Gobierno. "El sistema de campos puede ser percibido enteramente como un masivo y elaborado sistema de persecución en el terreno político", señala el investigador de Derechos Humanos David Hawk.

La mayoría de los campos son "distritos de control completo", lo que significa que los internos trabajarán allí hasta su muerte, pero el Campo 15 se considera una excepción. Llamado "distrito revolucionario", los presos pueden recibir adoctrinamiento en el socialismo y después de unos años, si se aprenden de memoria los escritos de Kim Jong Il, son liberados aunque bajo vigilancia de las fuerzas de seguridad.

Desde que se ofreció como lugar seguro para los desertores, Corea del Sur es hogar de muchos supervivientes de los campos que han contado su experiencia a su servicio de Inteligencia, que probablemente sabe más sobre estas instalaciones que cualquier otra agencia del mundo.

An Myeong Chul cuenta que cuando estaba siendo entrenado para ser guardia, sus instructores le amenazaron con convertirse en preso si mostraba pena por los reclusos, a quienes podía golpear o matar a su antojo. "Nos enseñaron a mirar a los presos como a cerdos", indica An, de 41 años. Después de siete años de trabajo consiguió escapar a China y ahora trabaja en un banco en Seúl.


EL HORROR DE LOS CAMPOS DE PRISIONEROS NORCOREANOS

cr. diariovasco.com

Un superviviente, obligado por el sistema, denunció a su hermano y a su madre que fueron ejecutados por intentar escapar


Los desertores norcoreanos Kang Chol-Hwan y Shin Dong-Hyuk hablan en Ginebra.






Los campos de prisioneros en Corea del Norte son un mundo de tortura y de trabajos forzados, según dos exdetenidos que presentaron testimonio en Ginebra durante una reunión sobre los derechos humanos organizada por diversas ONG.
"Yo vi todos los días actos de tortura, así como personas morir de malnutrición y de hambre", declaró Kang Chol-hwan. "He visto morir a muchos amigos, y yo mismo estuve a punto de morir de malnutrición", afirmó. Kang, de 43 años, estuvo internado en el Campo 15 con su familia cuando era niño, y permaneció allí diez años.
Shin Dong-hyuk, de 30 años, estuvo detenido en el Campo 14, donde nació y pasó los 23 primeros años de su vida. Allí fue torturado y obligado a realizar trabajos forzados, antes de evadirse, hace siete años. Shin es la única persona conocida que nació en un campo norcoreano y logró escapar. Narró su historia en un libro publicado por el periodista Blaine Harden, titulado 'Escape from Camp 14'. El Campo 14 es un gigantesco centro de trabajo, formado por varias "aldeas", pero también por fábricas, granjas y minas.

Unos 200.000 internados

Según el Comité por los Derechos Humanos en Corea del Norte, una organización no gubernamental (ONG), unas 200.000 personas se encuentran internadas en campos en Corea del Norte. Según esta fuente, unas 400.000 personas murieron allí debido a las torturas, el hambre, las enfermedades o ejecutadas.
El padre y el abuelo de Shin fueron enviados al campo después de que dos de sus tíos escaparon a Corea del Sur. Shin debía pasar toda su vida preso debido al sistema norcoreano de "culpabilidad por asociación", que castiga a tres generaciones de una misma familia cuando un miembro de esta familia cometió una falta.
En esos campos donde no señalar las malas acciones de otros prisioneros puede ser castigado con la muerte, Shin reveló a un guardián, a los 13 años, según su relato, los planes de evasión de su madre y de su hermano mayor, y no sintió remordimiento alguno cuando asistió a su ejecución.
Shin confiesa que jamás sintió afecto por ellos ni por ninguna otra persona en ese campo, donde cada individuo era un competidor potencial por la escasa ración de papilla de repollo que permite sobrevivir a los prisioneros. Pero las cosas cambiaron desde que salió del campo. "Ahora me doy cuenta de que los quería", dijo.
Shin dice que no tenía noción alguna del mundo exterior hasta que conoció a un prisionero que había vivido en el extranjero y que le describió todos los alimentos que había saboreado allí. "Yo no comprendía en lo absoluto lo que era la libertad, me fugué únicamente a causa de la comida", explicó.
Shin, que ahora vive en Corea del Sur, trata de hacer conocer mejor las condiciones de vida en los campos norcoreanos. Durante su entrevista, los dos exprisioneros, que hablaron en coreano y cuyas declaraciones fueron traducidas por un intérprete, llegaron a comparar el sistema de los campos de concentración norcoreanos con los campos de exterminio nazis. "Básicamente, es lo mismo que en Auschwitz", afirmó Kang. "Quizás los métodos sean diferentes, pero los efectos son los mismos, es monstruoso", exclamó.
Después de hablar con Shin, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navy Pillay, lanzó un llamamiento pidiendo una investigación internacional "sobre una de las peores" situaciones en el mundo.

30 abril 2013

TRISTES Y ESCANDALOSOS DATOS DE COREA DEL NORTE QUE TE DEJARÁN SIN PALABRAS


                                          Las familias coreanas separadas por la Guerra de Corea 
                                          se despiden tras los reencuentros organizados en 2009.


El hermetismo del régimen norcoreano dificulta enormemente la recopilación de datos de todo tipo sobre el país, aunque sí ha colaborado con organismos como la ONU en algún caso. Muchos datos son inaccesibles, inexistentes o estimaciones. Éstos son los más fiables:

¿Sin alimentos suficientes de por vida?

Alrededor de 40.000 pequeños menores de cinco años sufren desnutrición aguda cada año y un tercio de las “mujeres en edad de procrear” padece anemia, “una de las principales causas de la mortalidad materna del país”, indicaba Unicef en 2010. Asimismo, más de un tercio de los niños sufre raquitismo (crece menos de lo habitual) y una de cada cuatro mujeres entre 15 y 49 años sufre malnutrición, según un informe de la FAO recogido por Amnistía Internacional.Con una población paupérrima que dispone de una renta per cápita de 1.800 dólares anuales (puesto 197 de 228, según la CIA) frente a los 30.400 dólares de España, inversiones centradas en el gasto militar y un país aislado del mundo, la nutrición no parece ser un objetivo fácil de cumplir. Apenas importa comida más que grano y además exporta productos agrícolas y pescado.Pero no es solo eso. El Instituto Internacional de Investigaciones sobre Política Alimentaria (IFPRI), que elabora anualmente el Índice Global del Hambre, habló en noviembre de 2012 de una “situación crónica de inseguridad alimentaria causada por una economía débil, un excesivo gasto militar, el mal funcionamiento del sector agrario y la pérdida de cosechas por los temporales”, según recogió Europa Press.

Tercer país a la cola en inversión sanitaria

A pesar de ser un régimen comunista, solo invierte el 2% de su PIB en el presupuesto de sanidad, según datos de 2009. Corea del Norte ocupa así el puesto 189 de 191 países comparados por la CIA.El dato se iguala con Myanmar (la antigua Birmania), que sin embargo queda posicionado detrás porque sus datos pertenecen a un año posterior (2010). Por detrás queda únicamente Catar, el país de los petrodólares que ahora prepara un “hospital cinco estrellas”.

No llega ni para comida o mantas para los enfermos

Vista la mínima inversión sanitaria del país, quizá no extrañe ya tanto que los pacientes de los hospitales tengan que buscarse la vida para llevarse algo a la boca, porque según el MAEC no se proporciona comida a estos enfermos. Pero las pésimas condiciones no acaban aquí para los sufridos bolsillos de los norcoreanos. Tampoco les dan mantas.“En caso de tener trastornos de salud, no es recomendable viajar a Corea del Norte. La infraestructura sanitaria es insuficiente y no dispone de instalaciones sanitarias de nivel europeo”, indica el Ministerio. Diarrea, hepatitis A y tuberculosis son “relativamente” habituales entre los norcoreanos e incluso pueden darse casos de rabia, “por lo que se recomienda evitar el contacto con animales callejeros”, añade.

Sin garantías de agua potable en casa

Un 20% de la población vive sin un “sistema de saneamiento (…) que higiénicamente impida el contacto de los seres humanos con excretas humanas”, según datos de 2010 de la Organización Mundial de la Salud. Ello significa que pueden no disponer de un sistema de alcantarillado y utilizar letrinas con losas o pozos que separen las defecaciones del agua subterránea. Paradójicamente la organización sí estima que más del 95%  dispone de agua potable, pero ese suministro no tiene por qué ser directamente a su vivienda, sino que puede consistir en el acceso a un grifo público o al acopio de agua de lluvia.La poca fiabilidad que confieren estos datos se refleja en las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores español a quien visite el país: “No beba agua que no haya sido previamente hervida o sea mineral y venga embotellada y precintada”.

Mueren 26 niños cada 1.000 en su primer año de vida

Corea del Norte es el 76º país con mayor mortalidad infantil antes del primer año de vida (de 223 países), según el World Factbook de la CIA (el peor posicionado es Afganistán). Fallecen 26,2 niños cada 1.000 antes de cumplir doce meses, mientras que en España mueren 3,37 en el mismo periodo (estamos en la décima mejor posición de esta comparativa) con estimaciones de 2012.

 “Condiciones espantosas” para 200.000 presos políticos

En el caso de la situación penitenciaria, son muchos los datos poco fiables. El informe de Amnistía Internacional (AI) del “Estado de los derechos humanos en el mundo” de 2012 cita varios “informes no confirmados” y lo máximo que acierta a afirmar es que “según informes creíbles” hay hasta 200.000 presos “en condiciones espantosas en seis campos penitenciarios para presos políticos cada vez más grandes”.

Añadimos a esto que miles de personas están también recluidas en al menos otros 180 centros de detención, la mayoría sin juicio o gracias a confesiones supuestamente forzadas. También creen que hay niños recluidos en los campos y sometidos a tortura y otros malos tratos.


23 abril 2013

UN MILITAR QUE DESERTÓ NARRA "LA PESADILLA" DE VIVIR EN COREA DEL NORTE

cr. .bbc.co.uk/mundo



"El cuerpo es tuyo, la mente le pertenece al Gran Líder". Habla Kim Joo-il, un excapitán del ejército norcoreano que desertó en 2005.
                                                                                                        
En conversación con BBC Mundo, Kim, quien vive en Reino Unido desde 2007, explica por qué el lavado de cerebro que -según dice- sufrió él y experimenta la mayoría en Corea del Norte lleva a que los norcoreanos quieran ir a una guerra en medio de la tensión que vive la península.
"Tanto los civiles como los soldados sufren por la situación económica. Y quieren cambiar eso. Van a morir de todos modos así que, ¿por qué no tener una guerra?", afirma Kim, quien una y otra vez –en una charla que brindó la semana pasada en la sede de la BBC en Londres– hizo hincapié en el lavado de cerebro.
Allí está, dice, la explicación de que la sociedad no vea con malos ojos la retórica encendida de su líder, Kim Jong-un, quien desde que la ONU impuso en marzo nuevas sanciones al régimen por su ensayo nuclear ha puesto, en base a acciones y amenazas, en alerta a Estados Unidos y Corea del Sur, y a su aliado China.
"Les enseñan a pensar que pasan hambre por culpa del mundo exterior. Y necesitan un arma nuclear para luchar y dejar atrás las dificultades. A las autoridades, que están cómodas en sus puestos y con su estilo de vida, les sirve hablar de conflicto: distraen a la gente, intentan que olviden que comen una vez al día, pero no quieren concretar sus amenazas porque buscan forzar el diálogo con otros países para recibir ayuda".

Kim resume así su opinión sobre los motivos detrás de esta escalada: "Tanto los civiles como los soldados sufren por la situación económica. Y quieren cambiar eso. Van a morir de todos modos así que, ¿por qué no tener una guerra?"

"Somos Raros"
"Es natural ver que somos raros porque no conocemos el mundo exterior y el mundo exterior no nos conoce a nosotros, no saben lo que pasa adentro", dice Kim, de 40 años.
Corea del Norte es un régimen impenetrable, salvo excepciones.Kim es una de ellas. A los 32 años consideró que ya había tenido suficiente y decidió ser uno de los casi 30.000 desertores del régimen, 23.000 de los cuales -se estima- viven en Corea del Sur.
Bajo el mandato de Kim Jong-un, quien alcanzó el poder a fines de 2011 a los 27 años tras la muerte de su padre Kim Jong-il, activistas de derechos humanos y funcionarios surcoreanos aseguran que se ha complicado aún más abandonar el país, señala el diario estadounidenseThe New York Times.
Según el periódico, la pobreza generalizada de los norcoreanos hace que sea casi imposible reunir el dinero para pagar por su escape. Y el endurecimiento de los controles en la frontera con China hizo que el año pasado se redujera un 44% la cantidad de refugiados norcoreanos que llegaron a Corea del Sur, que totalizaron 1.509.
Cruzar el límite entre Corea del Norte y Corea del Sur implica atravesar la Zona Desmilitarizada de Corea, de 238 km de longitud y 4 km de ancho. Tarea casi imposible.
Para quienes dejan el país huir es el primer paso hacia la libertad. Pero una vez allí los recuerdos del pasado suelen perseguirlos.
"Estaba tan adaptado al ambiente que era natural ver morir a familiares y amigos de inanición. Sólo cuando deserté, en ese momento me di cuenta de lo doloroso que había sido", le dice a BBC Mundo a través de una intérprete.
Pero eso ni siquiera es su peor recuerdo. Habla de la pesadilla de una vida "sistematizada".
Recuerda una vida de dificultades económicas. Una frase que se queda corta con la realidad. Se estima que hasta tres millones de personas murieron en la hambruna que afectó al país entre 1994 y 1998.
                                          Estatuas de Kim Il-sung y Kim Jong-un en Pyongyang,
                                              abuelo y padre, respectivamente, del actual líder.
Idolatrar al líder
Como capitán del ejército, al cual se había unido en 1992, debía recorrer distintas partes del país, visitar a soldados en remotos puestos. Empezó a comprender la magnitud del horror, los excesos del régimen, el sufrimiento generalizado. Y el lavado de cerebro.
Ese que comienza en la escuela, donde un tercio del programa estudios está dedicado a la idolatría. En ese entonces, del Gran Líder, del fundador de la República, Kim Il-sung, abuelo del actual líder.
Una idolatría que contamina el día a día, en la que una vez a la semana se deben citar de memoria las enseñanzas del Gran Líder, fallecido en 1994 tras un mandato de 46 años, y donde en la escuela los problemas de aritmética se hacen con la cantidad de tanques estadounidenses destruidos a manos de soldados norcoreanos.
Importa, cuenta Kim, mostrarse fiel al régimen, y no el conocimiento que se pueda tener en química, por ejemplo: basta destacarse en la idolatría para llegar a la universidad.
"No había información del mundo exterior, no había forma de cuestionar lo que nos decían", dice.
Pero Kim quería ver qué había más allá, cómo era ahí afuera. Empezó a pensar en desertar, pero el miedo lo paralizaba. Cuenta que fueron tres intentos antes de concretarlo.
Cada vez que antes de intentar llegar a la frontera con China pasaba por casa de sus padres, en la provincia limítrofe de Hamgyong del Norte, se resistía a abandonarlos. No podía, consciente de que ser descubierto no sólo implicaba su ejecución sino el castigo para su familia.
Cuando logró vencer los temores, cuando logró desertar, evitó pasar por la casa de sus padres para una despedida. Tenía 32 años. Ellos siguen en Corea del Norte, junto a su hermana y hermano.

"Se necesita coraje. Y curiosidad", dice en su tono tranquilo, con una voz casi apagada. Quería ver qué había afuera. Pero su curiosidad se limitaba a China.
Nunca pensó que dos años después estaría en Londres. Nunca pensó que antes pasaría por Vietnam, Camboya y Tailandia.
Todavía recuerda las sensaciones del escape. Se le ilumina, por primera vez, la cara. Deja atrás por un momento su voz monocorde.
Y cuenta que una noche de agosto de 2005 nadó cuatro horas por el río Tumen y llegó a un huerto. Manzanas en todos lados. Manzanas en árboles. Manzanas en la tierra. Una escena impensada en su país: nadie las dejaría sin comer. "Apenas puse un pie en China, me di cuenta que había tomado la decisión correcta".
Afirma que nunca se arrepiente de haber partido, pero se apena por su familia. Y todavía teme por ella.

"Se necesita sacrificio"

"Pero para reconstruir a Corea del Norte –explica– se necesita sacrificio. Y si yo no me sacrifico, no puedo pedir el sacrificio de los demás".
Kim vive junto a su esposa y dos hijos en New Malden, una pequeña localidad al oeste de Londres.
Es uno de los poco más de 600 refugiados norcoreanos registrados en Reino Unido. Desde aquí dirige la publicación digital Free NK, "un diario para la democracia en Corea del Norte". Y a la distancia, busca un cambio de régimen.
Corea del Norte puede colapsar por tres factores, sostiene: con un movimiento al estilo de la Primavera Árabe, por la acción de la fuerza de las potencias extranjeras (China incluida) o través de los medios de comunicación y los desertores.
"Se necesita una revolución, pero la gente precisa una iluminación. Tiene que haber una combinación para que exista una revolución democrática adecuada, es difícil que pase ahora", dice.
Y si va a haber un cambio, añade, lo más probable es que venga de la mano de otros como él.
"Los desertores queremos cambiar Corea del Norte, es la forma ideal de hacerlo. Sabemos qué está pasando, si nos podemos organizar, podemos alcanzar a la sociedad norcoreana".